abril 16, 2017

LA CAPRIFICACIÓN en la HIGUERA, por Gabriel Alonso de Herrera en su Agricultura General (1513)

LA CAPRIFICACIÓN en la HIGUERA, por Gabriel Alonso de Herrera en su Agricultura General (1513)
adicionada por la Real Sociedad Económica Madritense


"La caprificación ó cabrahigacion es una operación agronómica
de uso inmemorial, por la cual se pretende conseguir mayor copia
de frutos, mas tempranos y mejor sazonados. Los labradores de la
Andalucía baja , de Valencia , Extremadura y otras provincias de
España la practican con tanto magisterio, que no dejan dudar de
sus ventajas: ellos no caprifican indistintamente todas las castas de
higuera, sino solo las que verdaderamente lo necesitan; es decir, las
tardías, las que con dificultad maduran su fruto, y se quedan con
mas de dos terceras partes de él pendiente del árbol sin sazonarse.
Dispútase si la caprificacion se dirige precisamente á fecundar los
higos, y evitar por su medio el que aborten y se caigan sin madurar,
o si mas bien se encaminan á la maduración sola, sin entrar en
cuenta la fecundación. Una y otra opinión tiene sus partidarios; y
el sabio naturalista Olivier, desaprobando la primera llega hasta
negar absolutamente la utilidad de la segunda: dice que práctica
de esta operación es un tributo que el hombre paga todavía a
la ignorancia y a la preocupación; y que en muchos parajes de
la. Francia, en Italia, ni en "España no se caprifican los higos.
Equivocación que nos precisa desvanecer, manifestando que nada
hay mas común entre nuestros cultivadores en grande, que el uso
de la caprificacion, como se ha insinuado mas arriba.

Sin embargo, convenimos con Olivier en que si la operación de
caprificar ó cabrahigar se dirigiese solamente a la fecundación de las
flores femeninas, encerradas dentro de aquel cáliz o receptáculo que
las cubre, aunque alguna vez se consiguiese, seria siempre muy incierto
el efecto, y por lo mismo despreciable hasta cierto punto tal
recurso. Las observaciones fisiológicas, hechas repetidas veces sobre
los higos de diferentes castas, prueban que todos o el mayor número
de ellos contienen varias flores masculinas hacia el ápice del cáliz ,
ojo u ombligo del higo, bastantes para fecundar á las femeninas
que contiene en mayor abundancia.
De aquí se infiere que la caprificacion no se dirige a otra cosa , ni
debe mirarse bajo otro aspecto, que como un medio de acelerar
la madurez del higo; y esto solamente es lo que se proponen los
cultivadores en la práctica que constantemente siguen , como se
prueba en el hecho de haberse adoptado otros diversos medios de
caprificar sin echar mano de los cabrahigos, ni servirse de sus mosquitos
para conseguirlo. He aquí los métodos usados con mas frecuencia
por algunos.
Caprifícanse los higos poniendo en las higueras tardías unas sartas
de los que producen las higueras silvestres (Ficus carica. B.
Caprificus. Lin.) , denominados cabrahigos, o que solo tiene flores
masculinas; de los cuales salen unos mosquitos que , pasando á los
frutos de la higuera cultivada, se introducen por su ombligo ú ojo,
y causan en él una irritación manifiesta, que produce el efecto de la
madurez precoz.
Este insecto, que es uno de los del género Diplolepo, o un
cinips como le llaman otros, se halla en casi todas las especies de
higuera; pero en los frutos de la silvestre, como nunca sufre perse
cución , se multiplica xstraordinariamente, al paso que los que se
anidan en el higo de la cultivada, perecen casi todos por el consumo
que se hace de él.
Los autores antiguos y aun algunos de los modernos creyeron
que este pequeñísimo insecto llevaba consigo el polvillo fecundante
de las flores machos del cabrahigo, y lo depositaba en las flores
hembras del fruto de la higuera cultivada, por cuyo medio se verificaba
su fecundación y madurez, evitando el aborto y caída de
los higos; pero cualquiera conocerá que , aun cuando alguna vez
suceda así, siempre será muy rara, y nunca de un modo capaz de
llenar las esperanzas del cultivador ilustrado.
Pero viendo que la experiencia acredita cada día los efectos de
este método de caprificación, no podemos dudar que sus resultados
son consecuencias de irritabilidad , alteración y derrame de jugos que
causan en lo interior del higo las multiplicadísimas picaduras de
los muchos mosquitos que , desparramándose sobre la higuera cabrahigada,
entran y salen en sus frutos con mucha frecuencia ; y así de
ningún modo convenimos en que el fenómeno de la madurez anticipada
se verifique por el acto de la fecundación: en este concepto
parece que no debe despreciarse el consejo de Herrera, a saber: plantar
algunas higueras locas o cabrahigos entre medias de las cultivadas,
especialmente si estas fueren de aquellas castas tardías, o de las
que sazonan con dificultad sus frutos.
También se caprifican los higos aplicando al ojo de cada uno una
gotita de aceite con un palito, pluma ó pincel, y no falta quien se
atreva á picar levemente el higo por aquel paraje, al mismo tiempo
que depositan la gota de aceite de que hemos hablado: otros se contentan
con herir el higo sin ponerle aceite; y por último hay quien
aconseja que , para conseguir prontamente la maduración de los higos
tardíos, se les atraviese por el pezón una espina de zarza, como
practican frecuentemente los catalanes, esperando a que el higo esté
gordo o como dicen hinchado, pues de otro modo se quedan
desmedrados y pequeños: tales higos son muy inferiores, y todos
aquellos a que se les aplica la gota de aceite tienen un sabor desagradable.

Estos últimos métodos, sobre ser lentos y costosos para aplicarlos
en grande, no deben merecer ninguna aprobación, y por lo
mismo ni los aconsejamos ni los referimos con otro intento que con
el de dar noticia de ellos a nuestros lectores: lo mejor de todo será
hacer uso de las especies y variedades de higuera cuyos higos maduran
temprano; y si conviniese elegir algunas castas de las tardías,
deberán ser las que en igualdad de circunstancias llegan á sazonar
mayor copia de frutos. Los higos blancos y algunas de las castas de
los negros, que reúnen á la propiedad dicha la de conservarse secos
ó en pasa, son los que el cultivador deberá escoger para poblar sus
posesiones, desechando las variedades que, por ser muy tardías o
por cualquiera otra causa, maduran con dificultad, o cuyos frutos
sobre ser insípidos, avinagrados, etc. , son también difíciles de conservar.

No solo caprificando o cabrahigando se consigue adelantar la
maduración del fruto de las higueras, sino también cultivándolas con
esmero: si el labrador procura amisionar todos los años su higueral,
esto es ,abrir un buen hoyo al pie de cada higuera en derredor del
tronco hasta hallar las primeras raíces gruesas, cortando todas las
barbajuelas o raizcllas delgadas que salen sobre las otras, y llenarlo
de estiércol podrido cubriéndolo con tierra, y regando la planta
siempre que lo necesite, habrá conseguido su intento completamente.
En este sentido habla sin duda Herrera cuando dice: ti sotierran
cuernos de camero al pie de la higuera tienen la misma propiedad
que los cabrahigos etc.
El arrojar agua por encima, y rociar las plantas con una bomba,
ó de cualquiera otro modo por los meses de Agosto y Setiembre, es
otro de los medios seguros de conseguir abundante cosecha de riquísimos
higos con una madurez temprana; y es lástima que esta
operación no puede practicarse fácilmente en grande. La labor, el
estiércol puesto a la raíz, y el rociar algunas veces las plantas, constituyen
la mejor caprificación: con estos medios fructifican extraordinariamente
las higueras, engordan mucho los higos, son mas exquisitos,
y maduran mucho mas pronto que por cualquiera otro
método. Esto explicado, pasaremos a decir algo sobre la recolección
y modo de conservar los higos."


junio 04, 2014

Los íberos practicaron el yoga hace más de 2000 años.


A menudo la arqueología ha buscado los primeros testimonios gráficos y artísticos que dieran fe de las más arcaicas prácticas de los textos sánscritos. Aunque la imagen del dios Shiva se repite en algunos hallazgos pertenecientes la prehistoria del valle del Indo, y concretamente durante el neolítico en Mohenjo-Daro, esto no es suficiente para demostrar una temprana expansión del Yoga.
Los primeros textos sūtra datan del S.III a.n.e, y éstos hubieron de pasar irremediablemente desde Cachemira hasta Mesopotamia, y de allí hasta el Occidente más sustancial para materializar su espíritu en roca.


Acróbata ibero de Osuna - 
Asana del escorpión. Ganda-bherundasana
Ciudad ibérica de Urso (Osuna. Sevilla). Relieve. Siglo II a.n.e.
Museo Arqueológico Nacional.


¿Como debió expandirse en época temprana el yoga hasta Occidente?

Fueron los fenicios, pueblo sincrético y sintetizador de las culturas orientales, quienes incorporaron el yoga a sus rituales y danzas en honor a la diosa Astarté y en su exilio hacia Occidente influyeron en las costumbres de Tartessos, la misteriosa civilización atlanto-mediterránea. Las bailarinas tartésicas, más tarde conocidas como bailarinas gaditanas (puellae gaditanae), fueron conocidas a lo largo del posterior imperio romano por sus danzas imposibles y eran más populares incluso que las bailarinas sirias.

Los textos clásicos aluden frecuentemente a ellas: "Animadas por el aplauso, las bailarinas gaditanas se agachan hasta tocar el suelo con sus trémulas nalgas."

Juvenal, Sátrias XI

Esto es lo que en danza viene a ser un cambré y que en nuestro acróbata de Osuna sería un cambré invertido.



El poeta celtíbero Marco Valerio Marcial menciona también como algunos hombres jóvenes imitan también la danza gaditana y sus gestos. En este relieve de la ciudad de Urso podemos comprobar como los turdetanos, los íberos herederos de la civilización de Tartessos, hacían uso de estos rituales. La Danza tartésica es un gran legado occidental  y por la misma razón la danza del vientre, que no es árabe, en contra de lo que piensa el vulgo, sino de origen sirio-fenicio,  siendo las mejores bailarinas de la antigua Roma de origen gaditano como Telethusa. Aunque ésta, ya será otra disertación.

marzo 03, 2014

El valle de los hombres y mujeres de piedra



Hubo un tiempo en el que todos esos pináculos de roca fueron hombres y mujeres. Vivían entre montañas, en los valles fragosos donde los ríos de agua virgen, al poco de nacer regaban los bosques sin que nadie se atreviera a desviar su curso. Allí no alzaron ciudades, puesto que los mismos torrentes salvajes, caprichosos arquitectos, horadaban moradas pétreas al abrigo del viento. Allí no había gente sin techo, sino un dosel de selva arbórea.  Allí no había hambre, porque había bosques, y dónde hay bosques... hay frutos.

Os habrán contado miles de cuentos, en los que una horda de hombres salvajes, después de trotar todo el día entre peñascos, llegan a una oscura caverna portando un botín sangriento para alimentar a sus niños y mujeres. Mujeres que pasan la vida amamantando a sus retoños y curtiendo pieles al pie de su cueva a la espera de la llegada de los hombres.

Pero la vida en la prehistoria era mucho más que eso... y casi me atrevería a decir, que no fue así de modo alguno...

***

Tras la cuarta y última glaciación WURM, la blanca Europa pasó a ser verde. Los grandes mamíferos que el hombre había devorado por necesidad y contra natura, sumido en un clima glacial, se retiran al Norte y las montañas mediterráneas se recubren de un espeso manto de bosques de avellanos, nogales, zarzales, serbales, higueras, cerezos, saúcos, parras, arándanos, madroños, frambuesos, fresales... toda una cornucopia de frutos que haría con los siglos abandonar al hombre su anterior vida nómada, tras las manadas de fauna paleolítica, para dedicarse a sembrar y multiplicar las semillas de un nuevo estilo de vida.

Ver enlace (Dieta vegetal durante el neolítico)

Este valle pertenece a ese tiempo que los antiguos llamaron la "Edad de oro" y hoy los arqueólogos llaman Mesolítico, antes que la humanidad arrasase los bosques de frutas para sembrar resecas estepas de trigo y cebada.
He de deciros que en este valle las mujeres no curtían pieles al pie de su cueva. Aquí había mujeres arqueras, que acompañaban a los hombres en sus correrías, y al igual estos trenzaban palmas y ataban brezo.



Aquí el sol tarda en salir entre las montanas crestas, pero cuando lo hace, el bosque despierta en un tono dorado en invierno, iridáceo en verano. Tan sólo el silencio, a estas horas de la mañana, es perturbado en el fondo del torrente por el salto estrepitoso de las aguas y el incesante arrullo de las palomas bravías. Los helechos también despiertan, cubiertos de rocío, y el sol, tímidamente se asoma y entibia entre las peñas las oscuras sombras de los robles.

En lo alto, nuestros protagonistas ya han despertado también. Viven entre las rocas, en un complejo sistema de cuevas de todos los tipos y tamaños. Una de ellas, fresca y seca, sirve de despensa para todos. Allí guardan copos de gramíneas silvestres machacadas entre piedras. Esta noche, un pequeño lirón ha perforado algunos cestos y esteras, por lo que hoy toca subir a los prados de arriba a por juncos y junquillos. Van tres adultos y dos chiquillos. Durante el día recorrerán de punta a punta su amado valle. Cuando lleguen a los prados beberán agua fresca y harán acopio de fibras para sus cestos. Puede que ahí mismo hagan alguno para llenarlo a su vuelta de moras y grosellas.

Llega entonces el mediodía y hay un gran alboroto en el valle. Tras las últimas lluvias, una gran piedra ha caído. En su lugar ha dejado una cárcava de arcilla tierna y mineral de hierro. Los más pequeños hunden sus manos en el barro mientras dos de los "artistas" seleccionan algunas piedras de ocre y óxido rojo para moler.

El sol atraviesa su cénit. Las cigarras, a la sombra de las encinas, parecen callar por un momento. Tras una breve siesta, el valle retoma su actividad. Aquí unos pintan, otros muelen, otros tejen faldas de flores y esparto, y otros, como si no importara el tiempo, corretean de aquí para allá explorando cada rincón de las montañas.



A estas horas, las prístinas y ya tibias aguas invitan a un baño que nadie se atreve a perderse. Descansan dos amantes en la orilla, ocultos entre hierba y espigas de carrizo, todavía bronceadas por un sol ya atardecido. Es el momento en el que cesan las cigarras y un poco discreto sapo toma el relevo. Una suave brisa cálida cimbrea los verdes herbazales. Es hora de tomar un crujiente bocado de avellana y savia de fresno acompañada de dulces frambuesas.

La luna, blanca y creciente, reta a un sol ya casi oculto en un cielo entre áureo y celeste. Poco a poco irán apareciendo las estrellas y en lo alto de una gran roca amesetada, todos, uno tras otra se irán uniendo en torno al fuego para alzar un cántico a los dioses del Valle. Un canto y tras él danzas de antorchas en esta noche serena.

***
Como veis, los hombres y mujeres prehistóricas no eran tan salvajes (en el sentido peyorativo de la palabra). Vivieron en otro tiempo, un tiempo... en el que tenían tiempo.
Vivían, aprendían, compartían, progresaban, descubrían, contemplaban, disfrutaban, soñaban, proyectaban y hasta creo que se enamoraban.

febrero 27, 2014

¿Por qué vivo en este rincón del mundo?


Muchas veces, cuando camino por algunos rincones de estas montañas, creo descubrir lugares donde parece que jamás otro hombre abrió una senda,


A cada paso que doy, aparece ante mí un tesoro. Se trata de uno de esos escasos lugares de Europa (al igual que en la isla de Sicilia o los Apeninos lucanos, en Italia), donde puedes comer bayas de mirto y dátiles de palmito (única palmera nativa de nuestro continente) bajo el dosel de espesos bosques de hayas centroeuropeas y otra flora eurosiberiana.

Chamaerops humilis (palmito) sobre herbazal subtropical.
Adelfa a la izquierda, en su hábitat natural, y a la derecha, mirto.

Bosque de helechos
Bosque de las hayas, en el corazón de estas montañas.

A parte, algunas hierbas borealpinas crecen colgadas por encima de las selvas, que tienen su refugio bajo estrechos precipicios y sombríos congostos de más de 1050 metros de desnivel.


A muy escasa distancia del mar, la brisa y el perfume de azahar sube hasta las cimas y deshace velozmente la nieve que oculta las primeras flores del año.


Uno puede estar a la mañana contemplando como el sol baña las azúreas olas y la dorada arena de tibias dunas, y a la tarde sentir el azote de una gélida ventisca en la carena de una de las montañas, extasiado por el bálsamo de los pinos silvestres.


Hace 9000 años, después de la última glaciación, vivieron aquí los primeros recolectores del mesolítico, y como en un nuevo despertar, una nueva primavera, dejaron constancia en las rocas de las plantas y frutos que comían.


Hoy día este arte está declarado Patrimonio de la humanidad y este lugar es reconocido como Reserva de la biosfera por la UNESCO.



Es por eso, por su biodiversidad, su inaccesibilidad, su aislamiento, su desconocimiento, la calidad y la calidez de sus aguas, y su estado de conservación, que después de vivir y pasar por otros muchos lugares, he decidido vivir en este recóndito rincón de madre Tierra.








¡Rewild it!

¡Rewild it!
Proyecto de resalvajización pleistocena de Dave Foreman, ex-fundador de Earth First (también participa en el proyecto Wildland Project como co-fundador)